Diariamente la vida agitada que llevamos nos hace sentir cada vez más ansiosos y estresados. Levantarnos pensando en un sinfín de responsabilidades, las notificaciones del celular, el contexto socioeconómico así como la contaminación ambiental y el cambio climático afectan nuestra salud en general. La piel, siendo el órgano más expuesto al mundo externo, se ve perjudicada resultando en envejecimiento prematuro, sequedad y desequilibrios como acné o rosácea.
¿Qué estresa mi piel?
Existen diversos factores internos y externos que llevan a la piel a estresarse debido a una suba de cortisol, hormona producida por las glándulas suprarrenales en respuesta al estrés. Te invito a leerlos y que identifiques qué tan expuesto estás cada día a estos:
- Radiación solar
- Humo de tabaco y caños de escape, fábricas
- Temperaturas extremas de frío y calor
- Contaminación ambiental
- Estrés psicológico
- Cansancio
- Mala alimentación
- Relaciones no amorosas
- El sobre uso de teléfonos celulares
¿Cuáles son los signos de una piel estresada?
1- Envejecimiento prematuro:
La producción de cortisol, mencionado anteriormente, provoca que se descompongan el colágeno y la elastina de forma acelerada. Esto lleva a la aparición temprana de arrugas y líneas de expresión. Además, la ansiedad daña el ADN celular, envejeciendo las células y no permitiendo su rápida renovación, haciendo que la piel tenga un aspecto apagado.
Además, el estrés afecta directamente nuestros sueño, haciéndonos dormir poco o no permitiendo al cuerpo que se regenere efectivamente. Esto lleva a la aparición de ojeras, arrugas y a la pérdida de luminosidad. Desde Air and Earth te recomendamos un buen descanso y el respeto por los Ritmos Circadianos. Por eso es bueno mantener una buena higiene de sueño, durmiendo un mínimo de 8 horas, cenando temprano y liviano y evitar la exposición al celular al menos 2 horas antes de acostarte.
2- Aparición de enfermedades de la piel:
Cuando padecemos de estrés y ansiedad de forma contínua, nuestro cuerpo libera histamina, que es una sustancia química que se encuentra en nuestro cuerpo y desempeña un papel importante en la regulación del sueño, la respuesta ante alergias y la función del sistema inmunológico. Junto a ella también se genera mayor producción de adrenalina y cortisol, esto produce desajustes hormonales que provocan la aparición de enrojecimiento, picazón, alergias, rosácea, entre varias. Al debilitarse el sistema inmune debido al estrés y la ansiedad , la piel está más susceptible a desarrollar dermatitis, psoriasis o eccemas.
3- Sequedad y deshidratación:
El rostro pierde su jugosidad, luciendo flácido y tirante en algunas zonas, haciendo que las líneas de expresión se marquen más. Esto pasa porque cuando estamos estresados de forma diaria, se ralentiza la circulación sanguínea provocando que no llegue a la dermis la cantidad de nutrientes que necesita para verse sana y joven. A su vez, el agua en la piel se evapora con mayor facilidad y termina destruyéndose la barrera hidrolipídica que evita que la piel se deshidrate y la protege contra los agentes externos. Cuando estamos expuestos a fuertes cambios emocionales o de temperatura, nuestra piel puede reaccionar con rojeces, picores y granos. Tanto el estrés como la ansiedad pueden empeorar enfermedades dermatológicas como dermatitis, psoriasis y acné.
¿Qué podemos hacer para combatir todos estos síntomas?
En primera instancia, sentirnos bien y procurar nuestra salud de forma integral ayudan a que los síntomas cutáneos mejoren. Trabajar con nuestro bienestar mental es fundamental para que los síntomas cutáneos mejoren o evitarlos completamente. Recordemos que la piel es un órgano que está conectado a lo que sentimos y a lo que pasa por nuestra cabeza. Siempre seguir el ritmo de la naturaleza es lo más conveniente para una piel luminosa y sana, así como el bienestar pleno.
Podemos intentar relajarnos haciendo grounding (caminar descalzos sobre el suelo para descargar tensiones), meditar, practicar Yoga regularmente, mindfulness y sobre todo conectar con la naturaleza. No olvidemos que somos lo que comemos, debido a esto debemos procurar que nuestros alimentos sean los más naturales, locales y de temporada posibles, estos están llenos de nutrientes que ayudan a nuestro cuerpo en general. Masticar bien, no comer viendo el celular sino estar presentes en el ritual de nuestra alimentación. Hidratarse de forma correcta y respetar nuestras horas de descanso son la mejor forma de invertir en nuestra apariencia y salud.
También debemos considerar el uso de cosméticos naturales, libre de disruptores hormonales que además de no contaminar el medio ambiente, nutren tu piel.
En la actualidad estamos agobiados de tanta carga emocional y responsabilidades, la ansiedad y el estrés son parte de nuestra rutina y esto afecta considerablemente a la salud de tu piel. Ayudemos a vivir en un estado de calma y así ayudarla a verse sana y radiante.